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Como mamá sé que lo que más quieres para tu hijo es que sea feliz y que tenga todo lo bueno que
tuviste, o lo que quisiste tener. Sé que es una motivación para poder darle lo que necesita, aun
cuando parte de tus preocupaciones es verlo triste o molesto porque no tiene el juguete que quiere
o porque no pudiste llevarlo al parque que le prometiste.


La felicidad de tu hijo es algo que buscas en cada decisión que tomas sobre su vida: que sea feliz
en el jardín, que sea feliz en el colegio, que sea feliz con quien lo cuida, que sea feliz con lo que
tiene, en fin, que sea feliz, feliz, ¡feliz!.


¿Y si te dijera que vinimos a este mundo a aprender a ser felices? ¿Y que la felicidad no es un
destino, sino un camino que inicia desde nuestro nacimiento?


Si te detienes por un momento a pensar en esto, te darás cuenta de que es cierto o piensa si en tu
vida no has sentido además de alegrías, tristezas, ilusiones, confusión, placer, orgullo, satisfacción,
asco, gratitud, alivio, admiración, frustración… y un sinnúmero de emociones que te han permitido
manifestar lo que cada momento o situación producen; esto es parte de lo que somos y entender,
aceptar y validar los sentimientos nos permite un mejor desarrollo como seres humanos, como lo
dicen Cristina Núñez y Rafael Valcárcel en su libro Emocionario “Para que seamos capaces de
crear nuestra propia felicidad, es necesario que aprendamos a integrar en el desarrollo psicológico
el conocimiento de las emociones”


Desarrollar la inteligencia emocional de tu hijo es una parte muy importante en su proceso de
crecer y, en tu labor como mamá/papá, en su crianza. Así que la tarea no es que al final de la vida
tu hijo sea feliz, sino que la felicidad esté presente a lo largo de su vida, que sea permitido sentir y
que él sepa reconocer lo que siente; y para que esto sea completo, tu red de apoyo debe estar
sintonizada con lo que tú quieres para tu hijo, con sus cuidadores y su jardín.


El jardín es el espacio donde tu hijo pasa parte importante del día, así que debe ser un espacio que
le permita un desarrollo integral, que además de desarrollar habilidades y destrezas, propicie áreas
en las que tu hijo se descubra a sí mismo, se permita sentir y transmitir lo que siente, que pueda
conocer sus emociones y hablar de sus sentimientos, para que desde muy pequeño aprenda a
encauzarlos adecuadamente. El jardín debe ser el lugar donde puedas ver a tu hijo feliz y
desarrollándose en un ambiente seguro, porque esa será la mayor satisfacción que tendrás como
padre, ¡ver a tu hijo feliz!